viernes, 16 de julio de 2010

Sin Título





Pasó casi sin darme cuenta...
no puedo precisar el momento exacto, el cómo ni el porqué.
Recuerdo que al tirar la lata de bonito a la basura,
me pareció ver (entre las cáscaras de plátano y el pescado frito)
la niña que yo fui...

No volví a pensar en ello hasta que un día, volviendo a casa...
cansada de respirar, me metí en la cama y eché en falta mi postura...
¡pero no le di importancia! Y continué mis rutinas...

Tiraba de la cadena sin pensar
que la intuición era devorada por el desagüe.
Que el congelador contenía botes de ternura.
Sin mirar la fecha de caducidad de mis deseos más íntimos...


Y así me fui perdiendo ...poco a poco...
...casi sin darme cuenta
Primero la edad...
...poco después los malos recuerdos...
El olor y los pensamientos casi a la vez....




Ya de madrugada, el cenicero lleno
Inmersa en lo cotidiano,
Por fin he comprendido,
¡Que no queda nada de lo que soy!

¡Como siempre he sido la última en enterarme!
Estresada por el aburrimiento
No eché de menos mi voz
Entre números y rebajas
Ni siquiera note la falta de sentimientos
La ausencia de gestos propios.








Estoy empezando a creer que ya no me pertenezco
Que he sido estafada por mi niñez
Víctima de mis emociones
Dejada, vaciada
Sin conflictos ni lugar de nacimiento





¡Si por lo menos conservara la cicatriz!
Mi cicatriz, la que cubría las horas muertas
La falta de apetito, el desprecio por los débiles
¡Pero nada...!
...ni un trauma, ni un mísero deseo...

¡Ni siquiera la hora de mi nacimiento!
La hora de mi muerte...
La fecha de caducidad...
El instinto de supervivencia...
¡Nada!

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